En el día de ayer llegó a mis oídos una sentencia insólita en nuestro país. Un colegio y un padre fueron condenados a pagar a una docente 24.000 euros por el acoso sufrido por una niña de trece años a través de la plataforma "tuenti". Esto sucedió hace ya un año y medio en el País Vasco.
Si lo rescato es porque es muy curioso. Todavía hoy nuestros jóvenes ni nosotros mismos somos conscientes del alcance de las redes sociales y debemos ayudarles a realizar un buen uso de ellas. Ni que decir tiene que debemos mediar y gestionar su utilización cuando el uso (o mal uso) lo hace un menor.
Espero que nos haga recapacitar
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